La respuesta está en el viento
La respuesta está en el viento, él guarda todos los secretos.
Si le pregunto por qué te marchaste, me responde que el firmamento necesitaba estrellas para su cielo.
Me guardé muchos “tequieros” y millones de caricias que han quedado huérfanas de piel. ¿Qué hago con todo ello ahora? le grito al viento, que me responde ahogando mis palabras de un soplido.
Busco consuelo en el olor a ti que todavía vive en tu casa y sigue usando tu ropa. A ella me abrazo y la envidio, por ser tan sabia y saber conservarte mejor que yo en mi memoria.
De repente un escalofrío recorre mi espalda, ¿y si algún día te olvido? ¿Cómo es posible que un pensamiento, tan etéreo, me duela tanto? La memoria es caprichosa y un tanto anárquica, y a veces no me pide permiso para borrar datos o para conservarlos.
¿Seré siempre capaz de dibujar tu rostro en mi memoria hasta el final de mis días?
La respuesta está en el viento, el mensajero de mis sentimientos hasta allá donde te encuentres.
Y ni que decir tiene lo difícil que resulta vivir sin ti. Tú que tanto me enseñaste, ésa fue una lección que no te dio tiempo a explicarme. ¿Podré recuperar la asignatura de tu ausencia en algún momento?
Le pregunté al viento, qué hacer con todo el dolor que guardo dentro, si hay medicina que lo calme y me contestó que me diera tiempo.
Tiempo al tiempo, tiempo al tiempo…
Quisiera comprar relojes para comprar más tiempo, pero el tiempo, que ahora es lento, nunca para y no tiene precio.
De la vida a la muerte, un recorrido sin maletas pero con mucho equipaje.
Infinitos finales para este viaje, un viaje hacia el infinito.
Espérame allá a donde llegaste.