Como un libro abierto
Lo nuestro es como un libro abierto, lleno de historias por descubrir donde perderse en los callejones en los que se trafica con mensajes para descifrar entre líneas.
A veces me gusta leernos de día, descubrirnos en relatos costumbristas de historias cotidianas, tomando un café humeante, disfrutándote sin sobresaltos ni finales trágicos.
Otras veces me gusta más leernos de noche, con la habitación a oscuras y sólo la luz de una lámpara detrás del sillón orejero. Entonces es cuando leo historias perversas, apasionadas, prohibidas, nuestras historias secretas aunque no siempre sean felices.
En cualquier caso siempre me gusta releernos, porque en cada lectura te descubro en matices y pasas a ser un personaje distinto, para durarnos mucho tiempo, para que nuestro libro sea diferente cada vez, en cada lectura.
Si quiero que todos se enteren leo en voz alta y te presumo, te comparto, te muestro para que mueran de envidia.
Si quiero seducirte, te leo en voz baja, para acariciarte con cada palabra y doblegar tu voluntad a mis deseos.
Si lo que quiero es que seas sólo mío, te leo sin pronunciar palabra, para mis adentros, para guardar tu historia dentro de mi historia y mezclarlas.
Y cuando lo que quiero es leerte sin que tú lo sepas, furtiva, leo los silencios que esconden los renglones, donde no hay letras pero sí secretos que aguardan ser escritos, donde no hay tinta pero sí un blanco inmaculado que es el color de lo que aún te queda por contarme.
Me gusta leerte y que me leas. Me gusta leernos. Inventemos historias, leamos silencios, juguemos a ser siempre como un libro abierto.