Ya es primavera
La primavera es una adolescente caprichosa que hoy te quiere y mañana te abandona.
Es pasional y tiene temperamento de tormenta.
Pero también es mimosa y juega a acariciarte con cálidos rayos de sol.
Es indómita y se hace de rogar como una novia de las de antes a las puertas del altar.
La primavera quiso ser princesa para brillar más que nada, pero no encontró príncipe que estuviera a su altura, porque en el fondo es anarquista.
Es de colores como el arcoiris y ácida como el fresón.
Le gusta viajar subida a una ráfaga de viento vestida con el polen de las flores.
La primavera es la niña pequeña del verano, una discípula traviesa e impaciente.
Es modelo de unos grandes almacenes que la anuncian, pero ella llega cuando quiere porque no es puntual.
La primavera se enamoró del invierno pero no hicieron buenas migas. Él era serio y formal y ella, más bien libertina.
Fue la musa de Neruda y de Vivaldi, entre otros artistas, porque en ella habita la poesía de la naturaleza.
La primavera es presumida y lleva cerezas por pendientes.
Los pájaros le silban gorgoritos a su paso y una vez cazó una mariposa para lucirla en su cabello.
A la primavera no le gusta ser formal, ni los planes para el domingo. Ella prefiere improvisar sobre la marcha y dar sorpresas inesperadas.
Dicen por ahí que la sangre altera porque su frivolidad es contagiosa.
La primavera es el aguijón de la abeja, las pecas en las mejillas y los bostezos a la hora de la siesta.