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Fotografía de Henri Cartier-Bresson  

Poesía

 
Mantener la cabeza fuera del agua.

No olvidar que todos los mares, por inmensos y profundos  que sean, acaban siempre en una playa.

Ser un pez chico para poder escapar por los agujeros de la red que pretenda atraparme. Aprender a flotar.

Saber que estoy hecha de agua y el agua no se ahoga en su propio elemento.

No olvidar que las balas disparadas nunca vuelven atrás y que las palabras pronunciadas no se las lleva el viento.

 

Y aunque no sea un pez, saber que tengo las agallas suficientes.

Y aunque no sea un pájaro, que no me faltan alas.

Y aunque no sea una roca, moldearme por efecto de la erosión.

 

Construir puentes, derribar muros.

No pretender domar  la vida, ni dejar que ella me dome a mí.

Hacer con los barrotes de las jaulas, signos de exclamación al final de la palabra libertad.

Regalarle al amor la palabra siempre y que no le venga grande.

Creer en el presente y tener la certeza de que el futuro se esconde detrás de la línea del horizonte.

Tirar el ticket para no poder cambiarme. Aceptarme.

 

Y aunque no sea bailarina, pasar de puntillas por la frustración.

Y aunque no sea sol, no olvidarme de brillar.

Y aunque no sea un libro, escribir las líneas de lo vivido.

 

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