Adiós

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De todo un poco...

Hace tiempo que no estás pero fue ayer cuando te dije adiós. Es curioso cómo la ausencia deja una presencia durante un tiempo que simula que sigues ahí, pero sin estarlo. Y cuando te acostumbras a este fantasma, de repente, sin avisarlo, se evapora con el café de la mañana. Te olvidaste el cepillo de dientes, una camiseta, y un reloj. Ahora ¿cómo me echarás de menos si no sabes cuánto tiempo estás pasando sin mí? También te olvidaste tu olor en la almohada y no me cabe en ningún cajón. Desayuno tu recuerdo con tostadas pero no me saben tan dulce como tu presencia. De camino al trabajo cada día, hago inventario de cariños y no me salen las cuentas. Siempre fui más de letras. ¿Por qué tengo la sensación de caminar por la vida con los zapatos cambiados de pie? Quizá por eso tropiezo tanto. No sé, esta vez no me esperaba necesitar gafas de cerca para ver las grietas de nuestra historia, claro que tú siempre tuviste buena vista. Y hablando de miradas, últimamente la mía anda perdida entre el rencor y la melancolía, a ratos se da paseos por la rabia, así, sin avisar. Y cuando intento que  se tome un café con el futuro e inviten a la esperanza, me da por cerrar los ojos.

 

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