Tan sólo una semana
El lunes te conocí.
Te pagué el café y reí tus gracias.
Una grata compañía para tus palabras que lloran, sudan y respiran una rabia inacabada.
El martes calenté tu cama, arrugué tus sábanas, compartimos ducha y hasta una tostada.
El miércoles fue de silencio.
Ni un café ni una tostada, ni siquiera una llamada.
El jueves sí hubo palabras.
Y mensajes.
Y otra vez a las andadas.
Pero de tan poco que dijiste pensé que del jueves no pasaba.
Pero llegó el viernes y allí estabas.
Esta vez el café eres tú quién me lo paga.
Mucha azúcar y mucha ansia por ahogar conmigo tu vida fría y tus ilusiones flacas.
Fue aquel un sábado errante.
Sí estaba tu cuerpo pero no tu alma.
Paseé por tu cintura y me detuve en tu espalda
Y te dije “Hasta mañana”.
El café cierra en domingo y también lo que empezaba.
No te busqué porque no estabas.
Tan sólo una semana, eso fui.
Una isla de tiempo en la vida de una extraña.
Nunca más volví a verte.
Y me pregunto
¿Con quién compartirás tu rabia esta semana?