Lo hice
Fotografía: Diane Arbus
Lo hice. No sé las veces que tuve que intentarlo, pero al final logré hacerlo. Fue como excavar un túnel raspando las entrañas de la tierra con la cucharilla del café, y eso que yo soy más de té, arañar centímetros a la oscuridad cada noche, en silencio, en secreto, para volver a mi celda antes del amanecer. Y hacer como si nada. Siempre hacer como si nada estuviera ocurriendo para no molestar. Pero lo hice. Al cabo del tiempo el túnel me sacó de mi encierro y pude ver la luz.
Lo hice, y volvería a hacerlo una y mil veces. Porque pude, porque quise, porque nada me impide poder querer y querer poder hacerlo. Ahora lo sé. Ahora ya nada es lo mismo y en el fondo todo sigue siendo igual. Yo soy la misma, pero ya he dejado de ser juez y parte, fiscal y víctima al mismo tiempo. Ahora me fumo la vida con la certeza de que no voy a salir viva de ella, sin pagar las tasas en el camino.
Ya nadie me arranca una sonrisa, ahora yo me la dibujo, porque nada es ya a la fuerza, ni nada merece la pena. Me he vuelto liviana fuera de mi encierro y ya no hay intersticios en los que escudriñar malos pensamientos. Y la culpa, mi eterna y fiel compañera, la he vendido a precio de saldo, porque de tanto usarla la tenía desgastada. Te sorprendería saber cómo cotiza al alza el mercado de la culpa.
Lo hice, dejé de existir para ser. Porque incluso arrastrándome conmigo a cuestas, dejé una huella plateada en el camino. Ahora soy confortable como un hogar encendido, interesante como un libro que cuenta una historia de superación, pero sobre todo soy una posibilidad, cientos de ellas, tal vez miles, como la semilla que es la madre primera de los frutos, como los frutos que están preñados de semillas. Y todo es posible.
Y aunque el miedo me susurra zalamero palabras de amor de vez en cuando. Ya no vendo mis afectos a cualquiera, aprendí la lección. Así que languidece por inanición, porque siempre se alimentó de mis inseguridades y ahora pasa hambre. Lo hice y volvería a hacerlo mil veces si fuera necesario, pero no ocurrirá de nuevo, tenlo por seguro. He tirado al mar la llave de tu recuerdo para que nunca más me contamine. Soy un lienzo en blanco, estoy aprendiendo a dibujarme de colores. Y nos sabes cuánto me gusta.
Lo hice. No te olvides nunca de que lo hice, yo sola, y no te necesité para hacerlo.