El Deseo
El deseo vive en el lado derecho de mi cama.
Arropadito entre las mantas para darme calor.
Si le doy la espalda me jadea en la nuca, esperando y muriendo de ganas por tenerme.
El deseo es ardiente pero no quema, es impaciente pero no insiste, es celoso pero me entiende.
El deseo no descansa ni duerme, sólo retoza para sentirse vivo.
El deseo es juguetón y caprichoso, lo mismo me coge la mano y me invita a recorrerlo que me mira sin tocarme para saberse mi dueño.
El deseo no es servil pero me complace.
Es el rey de la seducción, el más poderoso.
Es invisible como todo lo que importa en la vida.
El deseo es adictivo, vital como el aire y húmedo como el agua.
El deseo me domina.
El deseo me domina porque yo quiero.