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De todo un poco...

Cuando yo nací, las fotos eran en blanco y negro. Esta circunstancia, en lugar de ser un inconveniente, como nos puede parecer hoy en día, en la era de los píxeles, era toda una ventaja, un infinito mundo de matices grises con espacio para la imaginación. Un gris perla en la mirada, bien podría ser el equivalente a un verde mar o, tal vez, un azul cielo. Las imágenes eran el reflejo de una realidad momentánea, de un instante atrapado y rescatado del interminable túnel del tiempo pero, una realidad al fin y al cabo. La magia de un trocito de vida sin photoshop.
 

Cuando juego a recordar e, incluso, cuando sueño con aquellos años, me gusta hacerlo en versión original, en blanco y negro. Luego, cojo el pincel de los sentimientos y le doy el toque a cada instante, convirtiéndolo en único.

 

No es nostalgia, ni tan siquiera una mirada atrás con un suspiro, es sólo un antes y un después en el momento presente, un cruce de caminos entre lo que fui y lo que llegaré a ser pero, sin olvidarme de lo que soy, sin olvidarme de que yo nací en blanco y negro y elegí los colores de mi vida.

 

 


 

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