Como un río
Me gusta pensar que las historias de amor son como los ríos.
Hay historias fugaces que duran lo que dura un deshielo.
Otras son estables y duraderas, como un río de abundante caudal donde, incluso, se puede navegar.
Las hay intermitentes, ríos cuyas aguas desaparecen para luego volver a aparecer años más tarde, amores que van y vienen llevados por la corriente.
La historia de Paco y Vero es la de un río cuyas aguas nacieron entre montañas de difícil acceso. Las rocas dificultaron el fluir de su caudal pero, aquel hilo de agua fresca, aquel pequeño río, tenía carácter y mucha fuerza y nació dispuesto a sortear todos los obstáculos que la naturaleza le pusiera por delante. Hubo muchos días de sol, días en los que sus jóvenes aguas fueron cálidas, apacibles y cristalinas, juguetonas y amorosas, pero también hubo días de frío que casi hielan su caudal. Entre remolinos y rocas, la naturaleza dividió aquel río que fluía montaña abajo, en dos riachuelo que durante un tiempo buscaron su camino por separado. La ausencia les hizo fuertes y, como la naturaleza es sabia, sus aguas volvieron a encontrarse montaña abajo. En ese instante ambos riachuelos supieron que querían ser un solo río para siempre. Decidieron que juntos recorrerían el camino que restaba hasta desembocar en el mar, jugarían con las rocas, reflejarían la luz de las estrellas, se darían calor en invierno y serían el espejo del sol en verano. Y de esta manera, aquel tímido río cogió fuerza y fue tan poderoso que nada ni nadie pudo impedir que fluyera.
Llegó la primavera de 2007 y el río de Paco y Vero se encontró con un lago llamado Candela. Con sus remolinos y su agua fresca, con su sonido divertido. Los tres se mezclaron y siguieron navegando hasta encontrarse, en la primavera de 2010, con el lago Alejandra, de aguas tan azules que hasta el mismo cielo las envidiaba. De esta forma las aguas de los cuatro, los pequeños ríos de Paco y Vero, y aquellos dos preciosos lagos, Candela y Alejandra, se fundieron en una sola agua, en un solo río.
Hoy estamos aquí viendo como sus aguas caen por una hermosa cascada diseñada por las leyes del amor y el compromiso. Asistimos a la fiesta de este río, divertida y fresca, agua que, al caer, nos salpica con sus gotas de felicidad.
A partir de ahora, el río de Paco y Vero será un río largo, con muchos años de recorrido, tranquilo, a pesar de las turbulencias de la montaña y lleno de vida, hasta que el mar les espere al final del camino.
Con cariño, en el día de la boda de Paco y Vero (21/08/2010)