Amarga carta a los Reyes Magos
A golpe de tarjeta en grandes almacenes, salpicados por el lujo de una buena mesa, destellos dorados, luces de colores y buenas intenciones, que casi nunca pasan a realidades, así ha transcurrido la dulce navidad de muchos. Una hipocresía amparada por una sociedad que alimenta las mentiras de la mayoría y ahoga los anhelos de unos pocos desamparados. Un año más, y ya van 2010, se repite la misma historia, y es que por algo se dice que los humanos somos animalitos de costumbres. Y lo cierto es que nos acostumbramos a todo. Una costumbre que anestesia la conciencia por cansina y repetitiva.
Sin ir más lejos yo me acostumbré a escuchar los lamentos de una madre, muerta a golpes por su pareja, que sumaba la víctima no sé cuantas del 2010, entre las noticias sobre la nueva ley antitabaco y el comienzo de las rebajas en alguna ciudad española. Ella sólo era una más de las de costumbre, 15 segundos en las noticias de las tres. Me acostumbré a comer mientras veía en la televisión las imágenes de los mutilados en los atentados que, como de costumbre, ocurren en países que me pillan lejos y ya se sabe que la distancia es el olvido. Me acostumbré a ignorar, entre langostino y langostino, el amargo sabor de los mendigos, de los accidentes de tráfico, de la infancia perdida, en definitiva, me acostumbré a brindar por un futuro mejor, mientras el mundo escupe vidas sin presente.
Estos días, las luces de las avenidas me ciegan a otras realidades. El intenso aroma de los caros perfumes me impide percibir el olor de las miserias. El sonido de los villancicos en los comercios, me ensordece para los aullidos de injusticia. El tacto suave del lujo, me hace callo para sentir los pinchazos de la fría calle. Y así, ni siento ni padezco, que la vida son dos días y hay que disfrutarla. No importa, es Navidad, época de paz y amor, y quién no tenga de eso, pues que se lo hubiese comprado antes, que ya se sabe que no hay que dejar las compras para el último momento.
Queridos Reyes Magos, como he sido buena os pido que este año me traigáis una conciencia nueva, que la mía ya la tengo muy acostumbrada.