No tengas miedo
Fotografía Louis Blanc
No te escondas, sé que estás ahí, como un niño pequeño detrás de las cortinas asomando la punta de sus zapatos.
Puedo sentirte.
Hasta mis oídos llega el galope de tu corazón trotando desbocado.
Hay silencios que son altavoces.
Lo sé, tienes miedo.
Pero es hora de salir, de aguantar la respiración el tiempo suficiente hasta que respirar te queme como a un recién parido.
Sé que hace tiempo te escondiste y que metiste tu vida en una maleta con tanta dificultad, que hasta tuviste que sentarte encima para cerrar la cremallera.
Pero ya no tiene sentido encerrarte.
No estás a salvo, no te equivoques.
La soledad es una asesina en serie a la que nunca han atrapado.
Es un gas letal que se cuela por las rendijas más diminutas.
Y aunque lo intentaste, ni siquiera tú fuiste capaz de envasarte al vacío.
El mundo es inmenso detrás de la mirilla que has dibujado en tu ombligo y por la que asomas de vez en cuando.
Nada es perfecto y sin embargo todo encaja en un extraño equilibrio.
Vivir es aprender a besar con los ojos abiertos para colarte en la boca del otro y en sus ojos al mismo tiempo, sin miedo a que te muerda.
Es dibujar decepciones en la arena de la playa para que duren el tiempo justo hasta que llegue una ola.
Y moriremos vividos como un canto rodado que escupe el mar.
Pero no tengas miedo.
Abre la puerta y asómate al precipicio de tus dudas.
Que las aguas estén agitadas no significa que no puedas nadar.
Tal vez dejarse llevar por la corriente no sea tan mala idea al fin y al cabo.
Y cuando tragues agua y sientas que te ahogas, recuerda que la vida solo sirve para vivirla mientras aprendemos a flotar.