El baño de Pablito
No sé tú, pero yo, últimamente tengo la sensación de que me estoy haciendo mayor para entender la nueva generación de anuncios de televisión. Será la crisis de los 40 un poco anticipada pero, a veces se me queda cara de tonta delante de la tele y si se pudiera visualizar mi pensamiento tendría forma de una enorme interrogación. O soy muy tonta y no lo pillo o soy muy lista y la cosa no da para más. En fin, creo que se ha producido un tremendo escalón generacional entre los creativos y mi inteligencia y prueba de ello es la inmensa cantidad de anuncios que no logro comprender. Y es que mi hijo últimamente sólo quiere hacer caca en el baño de Pablito y yo le digo “mira niño cada uno hace caca en su puñetero water que esas cosas se hacen en casa”, y ahí lo tengo, de morros todo el día y con un estreñimiento que ni te cuento. Mi marido se pasa el día pegado al teléfono a la espera de recibir la llamada del ahorro y el otro día sacó del maletero un erizo que alzó mirando al cielo mientras gritaba sin parar “Atumagüé”. Pero, lo más sorprendente de todo esto, es que el erizo no pinchaba ¿te lo puedes creer?
Yo entiendo que no debe ser fácil crear cuando todo está inventado, pero pensar que si alguien viene del futuro lo hace para traerte una nueva lejía en lugar de la vacuna contra el Sida es, sencillamente, para volverla a meter en la máquina del tiempo y trasladarla a la Edad Media que allí estaban muy faltos de higiene.
Y esto se veía venir desde hace algún tiempo cuando España entera se preguntaba a qué huelen las cosas que no huelen. Aquello ya fue una señal pero pasó bastante desapercibida.
En mi humilde opinión creo que debe existir un término medio entre un anuncio en el que aparezca Carmen Sevilla cantando para vender televisores, al más puro estilo folklórica de buen ver en los años 60, y un chaval que suda a chorros por las axilas para anunciar un desodorante ¿o no?